DATOS PERSONALES
OSCAR VILORIA H.
CORRIENTES Y CONVERGENCIA
CARACAS - VENEZUELA

MMX - 2010


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SOBRE LA LLAMADA CONTROVERSIA CLÁSICA-KEYNESIANA


Cuando nos detenemos a analizar las visiones clásica y keynesiana sobre el equilibrio entre la oferta y demanda agregadas, y la visión monetarista del proceso de formación de los precios, aparecen dos conceptos resaltando sendos cuadros de condicionantes, excluyentes entre si: el corto y largo plazo, macroeconómicos.

Por definición, el largo plazo viene a ser el tiempo necesario para que todos los precios de una economía se ajusten, en otras palabras, que todos los mercados se equilibren.
Para la Escuela Clásica éste es el horizonte macroeconómico determinado por el pleno empleo con eficiencia técnica o, siendo igual, que la oferta agregada tiende al nivel del producto potencial. Luego, este viene a ser el horizonte macroeconómico regido por los límites al crecimiento que impone uso pleno de los recursos y factores de la producción, dado un nivel tecnológico.

Por su parte, el enfoque keynesiano define dos estadios dentro de este horizonte: el pleno empleo económico y el físico. El segundo coincide con la oferta agregada clásica o producto potencial, mientras que el primero lo determina la presencia de un porcentaje de individuos económicamente activos en situación de desocupados, definido como tasa natural de desempleo: Nivel de desocupación cuya reducción presiona el sistema de precios, generando inflación.

En ese orden, la economía monetarista (Milton Friedman) nace reconociendo ambas categorías de pleno empleo. Friedman afirma que, a largo plazo, los cambios que experimente la oferta monetaria se traducirán en variaciones proporcionales del nivel medio de precios, sin efecto real alguno, pero a su vez advierte que en el corto plazo las expansiones monetarias pueden influir en los resultados reales.

De esta forma, Friedman reconoce la importancia del horizonte macroeconómico y la imposibilidad de excluirlo en el análisis económico. Al mismo tiempo, encontramos coincidencias de entre el monetarismo y la visión keynesiana:

“Hemos supuesto en lo que va dicho que a cada nivel de demanda efectiva total
corresponde una distribución concreta. Ahora bien, a medida que los gastos
globales varían, el gasto correspondiente a los productos de una industria
individual no cambiará, por lo general, en la misma proporción -en parte debido
a que los individuos no aumentarán proporcionalmente la cantidad de productos
que compran a cada industria a medida que suban sus ingresos, y en parte porque
los precios de los diferentes bienes responderán en grado desigual a los
aumentos de los gastos hechos en ellos.” (Keynes, 1936)


Contrariamente, cuando el nivel de producción es menor que el “potencial de pleno empleo” y que la demanda efectiva es menor que el agregado del ingreso, será la disponibilidad de recursos y factores de la producción las condiciones objetivas para el crecimiento sin inflación.

Entretanto, cuando el nivel de producción es menor que el potencial, el nivel de desempleo mayor que el “natural” y el crecimiento de la capacidad nominal de compra viene acompañado de una caída recurrente del ingreso real, es probable la presencia de factores inflacionarios, estructurales, de oferta, en los mercados marcadores.

En tal sentido, es a partir de las coincidencias entre los fundamentos de las escuelas clásica, keynesiana y monetarista, entre otras, la posibilidad de construir un cuadro de indicadores adelantados que, sujetos a los mecanismos y canales de transmisión monetaria y a la velocidad de circulación del dinero, midan la capacidad de absorción productiva interna de las expansiones monetarias, más allá que la simple inflación, para todo horizonte macroeconómico.